Mujeres del oriente
En concentración para apoyar a las mujeres palestinas de ese otro Oriente, El Medio. Mujeres con mujeres. Mujeres, a la carga, a la resistencia, una vez más, siempre ellas, un domingo por la mañana, en el parque de Colindres mientras los de alrededor beben un chiquito o hablan de motos, ajenos por completo al genocidio que se está llevando a cabo debajo de sus narices.
Y en estas estábamos cuando alguien, que al parecer se había dado cuenta que, en aquel jardín, alrededor de aquel kiosko, las reunidas éramos mayoritariamente mujeres, nos murmuró a la oreja que lo que teníamos que hacer nosotras, las de aquí, (blanquitas, feministas, europeas) era luchar por la liberación de nuestras hermanas orientales, para que – entre otras cosas – pudieran ir por la vida sin hiyab. Sí, ya saben ustedes, ese pañuelo. Les confieso que me quedé sin habla. Y ya es difícil. Pero que los prejuicios racistas de aquel ser le hubiesen convertido en un imbécil y además ciego, me ahorró el esfuerzo de intentar aclararle las ideas. No hubiera servido de nada. Ni en aquel contexto ni en ninguno. Hoy, sin embargo, me gustaría, en fin, intentar explicar algunas cosas.
A pesar de su protagonismo en las luchas sociales y en la resistencia, las fotografías de las mujeres palestinas apenas han aparecido en nuestras redes sociales y cuando lo han hecho ha sido, apenas, como maters dolorosas envueltas en sus túnicas y hiyabs. Y no sé por qué pero con la excepción de algunos feminismos no hegemónicos, como el feminismo islámico, la aparición de mujeres con hiyab tiene un no sé qué de revulsivo y los textos que acompañan estas fotos, en lugar de hablar de carnicerías y otros desastres, o, sobre todo, de las causas y causantes de esos desastres, se limitan a denunciar el uso del velo como un dispositivo de dominación patriarcal y como un símbolo de retraso de los países de mayoría musulmana.
Lo cierto es que detrás de la cuchufleta de aquel ser, lo que hay es islamofobia y racismo y ambos se utilizan, no solo para silenciar el dolor y las muertes sino las voces de las feministas musulmanas que repiten una y otra vez que llevar el hiyab es una elección y que puede ser y de hecho es, en un lugar como Palestina pero también en otros, un elemento de lucha muy potente en la medida en que simboliza identidades fuertemente oprimidas, algo que sucede también en los casos de las mujeres migradas musulmanas en el contexto racista y colonial de las sociedad occidentales.
Y eso que lo peor de todo, no son los ignorantes, sino el racismo inserto en el pensamiento feminista hegemónico en Occidente, que hace que esta clase de feminismo, reproduzca las actitudes patriarcales y se convierta en un mayúsculo opresor de nuestras hermanas musulmanas como, por ejemplo, cuando les niega la posibilidad de conjugar feminismo e Islam o rechaza las lecturas feministas del Corán, repitiendo así dos de las tesis fundamentales del patriarcado musulmán.
Cuando sería tan fácil preguntarlas y escucharlas después, eso sí, de que hubiéramos conseguido matar al colono y al machista que todas llevamos dentro. Todo un mundo mejor nos estaría esperando detrás de esas muertes. Estoy segura.
Artículo publicado en El Faradio el 18/06/24.