Los tipos como ese
El tipo que hemos producido y glorificamos fomentando el elevado, absoluto concepto que tiene de sí mismo y al cual protegemos en su prepotencia a través de la cobertura jurídica al derecho a la información, este tipo, debo informarles, es el último hombre del que hablaba Nietche. Es el usuario final de sí mismo y de sus mentiras, el muñidor de su pretenciosa vida, el tipo terminal, sin verdadera esperanza de descendencia ni de trascendencia. El hombre sin retorno, condenado a la esterilidad de su fama, de su prestigio (si es que alguna vez lo tuvo), condenado para siempre a la cuenta atrás. Este tipo es el final del ciclo y de la especie y, en el estadio en que se encuentra, solo le queda intentar sobrevivirse desesperadamente pluralizándose, siendo él y al mismo tiempo su contrario, el periodista ejemplar y el periodista hijo de puta, haciendo malabares para convertirse en su propia creatura y en su propio clon. Este tipo que entre todos hemos producido es un ejemplar, el ultimo ejemplar, el unicornio que no puede ser sacrificado (por muchas ganas que le tengamos) porque es, precisamente, el último. Ni siquiera él mismo tiene derecho a poner en juego su propia vida ni a suicidarse de pura vergüenza porque aunque su vida es suya, no lo es del todo puesto que la ha vendido. Tal es el destino o mejor dicho, la ausencia de destino, de este tipo. Tal es el encanallamiento de su impotencia a imagen -por cierto – de las naciones altamente civilizadas como la nuestra que son incapaces por completo de asumir el riesgo de plantar cara a estos depredadores. Y así nos va.
Ah, se me olvidaba, el tipo en cuestión se apellida Ferreras.
Artículo publicado en El Faradio el 12/07/2022