Responsabili…¿qué?
¿Cómo aplacar al vampiro? ¿Cómo establecer una relación, aunque sea pequeña, con la ira que te produce el fracaso de tantas esperanzas?¿la posibilidad de renovarlas, de alguna manera? ¿Qué hay de la justicia? ¿Qué hay de mi responsabilidad personal frente a este estado de cosas? ¿Acaso es posible tener hoy una “responsabilidad personal”? ¿y puede ser personal lo colectivo? ¿y que sucede con la responsabilidad “oficial”, la de nuestros gobiernos? ¿Es también responsabilidad nuestra?
Ahí está el quid del asunto: la responsabilidad.
Pienso, quizá equivocadamente aunque no lo creo, que cualquier conversación sobre este tema debería partir de la forma en que hemos organizado el mundo, elegido a aquellos que lo gobiernan, la Iglesia y el Estado, el Ejército y la policía; a partir de aquellos que nos educan, de la escuela, los manuales y los programas escolares; a partir de aquellos que diariamente modelan nuestra conciencia y subconciencia, la televisión, los medios, el mercado y la ideología de mercado. Tal vez buceando en estas cuestiones llegaríamos a encontrar respuestas a nuestras preguntas. Sobre todo a la pregunta de por qué de algunas cosas nos damos cuenta tan tarde y solo cuando nos caen encima, solo cuando ya no hay remedio.
Un ejemplo: de cuando el PSOE no movió un dedo mientras la caverna se ensañaba con Iglesias y Montero. Nuestros ínclitos gobernantes miraron para otro lado porque creyeron que les venía bien aquel ataque indecente y despiadado contra Podemos. Solo que ahora, como bien dice el célebre poema de Niemöller, vienen a por ellos y ellos, que parecen congelados, siguen sin actuar.
Sin querer aceptar que lo que pudre la democracia no es la perversidad de los malvados, sino el miedo. El silencio de la llamada buena gente que no se atreve a plantar cara a los discursos fachas, filonazis, ultracapitalistas, machistas, sionistas. Nos callamos por discreción, por pereza por miedo mientras ellos siguen avanzando posición tras posición en los ámbitos políticos, familiares, en las reuniones de los amigos, en la Universidad o en los bares. Es como como si nos faltara sangre en las venas para contestar a sus barbaridades como se merecen. También nosotros parecemos congelados mientras esos monstruos van apuntándose una muerte tras otra, predicando una barbaridad tras otra hasta conseguir infiltrarse en todos los rincones y mojarnos a todos.
Sin embargo y entretanto, los que nos decimos “responsables” seguimos persistiendo en nuestros piadosos intentos de “diálogo” (como si con esta gentuza el diálogo pudiera llevar a alguna parte) sin que nadie se atreva a dar un puñetazo en la mesa y decir ¡basta!
Porque ya sabemos que las catástrofes no se solucionan por arte de magia. Sin pelea, NO se puede detener estos desastres. Coincido con quienes afirman que no luchar para frenar a estos monstruos e impedir tanta impunidad es un error que todos pagaremos caro. Quiero decir, YA lo estamos pagando.
Día y noche las cadenas retrasmiten en directo todo tipo de masacres, y hasta un genocidio, mientras un mundo poco o nada responsable, permanece con los brazos cruzados. Mirando. Que ESTO siga ocurriendo y la mierda de nuestras supuestas democracias (de las que también somos responsables) no se atrevan a decir hasta aquí hemos llegado, es algo difícil de tragar ¡Maldita sea!
Me pregunto: ¿qué será lo próximo que ocurra? Los monstruos son unos tipos y unas tipas que, envalentonados, se ríen en nuestra cara y, para más inri, se burlan de nuestro sentido común atreviéndose a proclamar que todo lo que hacen, lo hacen en nombre de la libertad y de la seguridad del mundo civilizado. De eso que ellos llaman Democracia.
Y sí, claro que hay miedo entre los políticos y los periodistas honrados, pero alguien, en algún momento, tendrá que parar esto: empezando por el genocidio y acabando por los bulos, las mentiras, los insultos, las calumnias, la corrupción, las amenazas a los que intentan hacerlo bien. ¿Por qué -los que quizá podrían –no lo intentan si saben – es más, están seguros – que después irán a por ellos? No lo entiendo.¿Qué esperan para hacer lo que tienen que hacer si no por responsabilidad al menos por dignidad?
Ah, lo siento, no me había dado cuenta, quizá son tan ignorantes que no conocen siquiera el significado de estas palabras.
Artículo publicado en El Faradio el 129/12/24.